La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica que afecta a la piel y puede impactar significativamente la calidad de vida de quienes la padecen. Se caracteriza por lesiones escamosas, enrojecidas y con picor, producto de una respuesta inmunitaria desregulada que provoca una proliferación acelerada de las células cutáneas.

Afortunadamente, los avances en dermatología han abierto nuevas posibilidades que permiten controlar la enfermedad de manera más segura y efectiva. Hablamos de ello en nuestro blog de Dermatoclinic.

¿Qué es la psoriasis y por qué se produce?

La psoriasis es una enfermedad autoinmune. Esto significa que el sistema inmunitario, que normalmente protege al cuerpo de las infecciones, ataca por error a las células sanas de la piel. Este ataque provoca que el ciclo de vida de las células de la piel se acelere de forma drástica.

En lugar de renovarse en semanas, las células se acumulan en la superficie en cuestión de días, formando las características placas gruesas y rojas, cubiertas de escamas plateadas.

Los desencadenantes pueden variar de una persona a otra, pero a menudo incluyen el estrés, las infecciones, ciertos medicamentos, o incluso lesiones en la piel.

Causas y factores desencadenantes

No existe una causa única, pero sí factores que contribuyen a su desarrollo y agravamiento.

En primer lugar, la predisposición genética; es decir, tener familiares con psoriasis aumenta el riesgo.

En segundo lugar, un sistema inmunitario alterado puede provocar inflamación y acelerar la producción de células cutáneas.

También influyen notablemente los factores ambientales como el estrés, las infecciones, el frío intenso o los cambios hormonales.

No podemos olvidar que el estilo de vida también puede empeorarla, con hábitos como el consumo de alcohol, tabaco o una dieta poco saludable.

Identificar y minimizar estos desencadenantes es parte esencial del tratamiento.

Síntomas y tipos

Aunque las placas son el síntoma más común, la psoriasis puede manifestarse de diferentes maneras, afectando a varias partes del cuerpo.

Por un lado, la forma más frecuente es la psoriasis en placas o psoriasis vulgar. Las placas aparecen en codos, rodillas, cuero cabelludo y espalda baja.

Por otro lado, está la psoriasis guttata, que se presenta como pequeños puntos rojos y escamosos, a menudo tras una infección (como una faringitis estreptocócica).

Otro tipo de psoriasis es la invertida, que afecta a los pliegues de la piel, como las axilas o la ingle, y se manifiesta con placas rojas y lisas.

Una forma muy llamativa es la psoriasis postulosa, que se manifiesta con la aparición de pústulas llenas de pus estéril sobre la piel inflamada.

También existe la psoriasis del cuero cabelludo. Provoca escamas, picor y enrojecimiento en el cuero cabelludo, pudiendo extenderse a la frente y la nuca.

Finalmente, la psoriasis eritrodérmica afecta a grandes áreas del cuerpo y puede requerir atención médica urgente.

Tratamientos para la psoriasis

El tratamiento de la psoriasis es individualizado y depende de la gravedad y el tipo de enfermedad. Un dermatólogo es la persona indicada para determinar la mejor estrategia.

Las opciones se dividen en tres grandes grupos.

Por un lado, los tratamientos tópicos, de uso local, que representan la primera línea de defensa para casos leves a moderados.

Dentro de éstos, encontramos los corticoesteroides tópicos, que reducen la inflamación y el picor. También los análogos de la vitamina D, que ralentizan el crecimiento de las células cutáneas y otros tratamientos como el ácido salicílico o el alquitrán de hulla, que suavizan las escamas y mejoran la textura de la piel.

Por otro lado, la fototerapia, que consiste en exponer la piel a luz ultravioleta controlada, ya sea UVB de banda estrecha o PUVA.

Este tratamiento ayuda a ralentizar el crecimiento celular y a calmar la inflamación, y se realiza bajo estricta supervisión médica.

Por último, los tratamientos sistémicos, ya sean por vía oral o inyectable, están especialmente destinados para casos moderados o graves.

Dentro de este grupo están los fármacos orales, como el metotrexato, ciclosporina o acitretina, que modulan la respuesta inmunitaria. También engloba los fármacos biológicos, que actúan sobre moléculas específicas del proceso inflamatorio.

La importancia de un cuidado integral

Como en cualquier condición, además de los cuidados médicos, es clave adoptar hábitos saludables.

Entre ellos, hay que hidratar la piel diariamente para reducir la sequedad, protegerse del frío y de los cambios bruscos de temperatura, evitar el rascado para prevenir lesiones y gestionar el estrés.

La psoriasis es una enfermedad crónica que puede afectar emocionalmente. Un dermatólogo ajustará el tratamiento en función de la evolución y de la tolerancia a los medicamentos. También es fundamental informar sobre cualquier síntoma articular, ya que podría tratarse de artritis psoriásica.

Vivir con psoriasis

Con un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento personalizado, es posible llevar una vida plena. La educación del paciente y el acceso a información fiable son aliados para controlar la enfermedad y reducir su impacto.

Si tienes psoriasis o crees que podrías tenerla y necesitas asesoramiento profesional, contacta con nosotros. Nuestra misión es el cuidado de la piel de nuestros pacientes.