El sudor es un proceso natural del cuerpo humano, esencial para regular nuestra temperatura interna. Sin embargo, algunas personas experimentan una sudoración excesiva e incontrolable, que se conoce como hiperhidrosis.

En Dermatoclinic, hablamos de esta condición que no está relacionada con el calor o el ejercicio físico y cuya detección temprana permite mejorar notablemente la calidad de vida de quienes la padecen.

Qué es la hiperhidrosis

La hiperhidrosis se produce cuando las glándulas sudoríparas son más activas de lo normal. Esto provoca una producción de sudor desproporcionada, que puede presentarse en distintas partes del cuerpo.

Es importante recordar que no está relacionada con la falta de higiene ni con el ejercicio físico, sino con una sobreactivación del sistema nervioso simpático.

Existen dos tipos principales de hiperhidrosis. Por un lado, la primaria o focal, en la que la sudoración excesiva aparece sin causa aparente, normalmente en zonas localizadas.

Por otro lado, la secundaria o generalizada, relacionada con enfermedades metabólicas, hormonales o el uso de ciertos medicamentos.

Identificar cuál de ellas está presente es fundamental para aplicar el tratamiento más adecuado.

Zonas más afectadas

La hiperhidrosis puede afectar a diferentes partes del cuerpo, aunque suele concentrarse en áreas con mayor número de glándulas sudoríparas.

Una de las zonas más comunes es la axila. De hecho, la sudoración axilar excesiva es la más frecuente y puede generar malestar social o profesional.

La hiperhidrosis también se presenta en manos y pies. La hiperhidrosis puede provocar dificultades para escribir, manipular objetos o estrechar la mano. En el caso de los pies, la sudoración plantar puede causar mal olor, irritaciones o infecciones fúngicas.

Finalmente, la hiperhidrosis facial es menos habitual, pero puede resultar especialmente incómoda y visible.

El impacto psicológico de esta condición es importante. Quienes la padecen suelen evitar situaciones sociales o laborales, lo que puede afectar su autoestima y bienestar emocional.

Cómo se diagnostica

El diagnóstico de la hiperhidrosis es clínico y debe realizarlo un dermatólogo. Se basa en la historia del paciente, la frecuencia de la sudoración y su localización.

En algunos casos, se utilizan pruebas complementarias, como el test de Minor (una prueba con yodo y almidón que delimita las zonas afectadas).

Conocer la extensión y la intensidad del problema es esencial para diseñar un plan de tratamiento eficaz y personalizado.

Tratamientos actuales

Hoy en día, existen múltiples opciones para controlar la hiperhidrosis. El tratamiento dependerá de la gravedad, la zona afectada y las características de cada paciente. Es un dermatólogo quien debe escoger el tratamiento ideal para cada caso.

En primer lugar, existen antitranspirantes médicos, los cuales son una primera opción para los casos leves. Contienen cloruro de aluminio, que reduce la actividad de las glándulas sudoríparas.

En segundo lugar, la toxina botulínica tipo A es uno de los tratamientos más eficaces. Se aplica mediante microinyecciones en la zona afectada, bloqueando temporalmente las señales nerviosas que estimulan el sudor. Su efecto dura entre 6 y 9 meses.

Otro de los tratamientos es la iontoforesis, que utiliza corriente eléctrica de baja intensidad para disminuir la actividad glandular. Es especialmente útil en manos y pies.

También pueden aplicarse tratamientos con láser o microondas. Estas tecnologías destruyen selectivamente las glándulas sudoríparas en casos más resistentes.

Para los casos más graves, la cirugía simpatectomía torácica podría ser una alternativa cuando otros métodos no funcionan.

Cabe destacar que el dermatólogo puede acompañar el tratamiento con recomendaciones específicas de higiene, ropa transpirable y control del estrés.

Vivir con hiperhidrosis

Aunque la hiperhidrosis no es una enfermedad grave, sí puede tener un gran impacto emocional.

Lo más importante es saber que existen soluciones efectivas y que un diagnóstico adecuado puede marcar la diferencia. Los avances dermatológicos actuales permiten abordar la sudoración excesiva con tratamientos seguros, personalizados y mínimamente invasivos.

Consultar con un especialista es el primer paso para recuperar la comodidad y la confianza en uno mismo. Pide ya tu cita y consúltanos tu caso.